martes, 31 de diciembre de 2013

Agárramela que me crece, 2013.

Bueno, pues otro que se acaba. La verdad es que no iba nada mal encaminado el año si no llega a ser por estos últimos quince días y supongo que no es justo valorar 365 días por sólo los últimos quince, pero... Joder, cómo se ha torcido todo en dos semanas.
No me voy a recrear demasiado, han pasado muchas cosas muy buenas y por eso sí que me apetece brindar. Por ella lo primero, que ha sido y está siendo lo mejor que me ha pasado este año con mucha diferencia. Por mi sobrina y por mi familia después, que cada vez tengo más claro que sin ellos no sobreviviría y menos con el frío que hace en mi alcantarilla... Por mis amigos, porque día a día me demuestran que son los mejores y, por primera vez en años, me aterra la sensación de que no estoy a la altura... sólo tengo palabras de agradecimiento, gentuza. Gracias por aguantarme.
Brindo también por los ausentes. La vida es una guerra y en todas las guerras hay bajas y desertores, héroes y traidores, vencedores y vencidos. Por las derrotas y por las victorias, también brindo por eso.
Brindo por todo lo bueno y por todo lo malo, porque al fin y al cabo hoy me he vuelto a despertar, he hecho café y me he sentado a escribir esto con un cigarro en mano mientras atruenan los Reincidentes por toda la casa.
Y brindo por aquella noche perfecta del 17 de Mayo. Aquella noche que no podré olvidar nunca. Porque el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes de la vida.
Feliz 2014 y cuidado con las uvas. Nos vemos en los bares.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Mi residencia de verano.

Cuando todo el mundo descansaba, a mí me tocaba ir allí. La mayoría de las veces me levantaba ya con mala cara, avinagrao', maldiciendo mi suerte por tener un turno de trabajo tan puto.
Luego pensaba que, al fin y al cabo, curraba con esta gente y se me pasaba el cabreo.
Cuando en las juergas de los viernes me tocaba decir "me marcho, que mañana trabajo" se me revolvía el estómago. Luego, llegaba a currar y si uno no había comprado churros para todos, la otra había hecho empanada para el desayuno. Y el trago era menos trago.
Cuando en víspera de festivo mi plan era quedarme en casa y dormir como para no llegar al trabajo con ojeras me parecía surrealista no estar bebiéndome las calles de Madrid, pero luego llegaba al control de sonido y estaba sonando Barricada y en dos empujones se me había pasado el disgusto.
Era mi residencia de verano: cuando todo el mundo tenía tiempo libre yo estaba allí, y muy bien rodeado. Siempre había sonrisas, siempre había buen rollo, siempre había un hombro sobre el que llorar, siempre había buenas caras... Éramos los idiotas que currábamos cuando todo el mundo descansaba, pero éramos jodidamente afortunados porque nos teníamos los unos a los otros. Y no me estoy tirando el rollo, era literalmente así. En un turno tan desagradable no nos quedaba otra que apoyarnos.
No es el primer trabajo al que digo adiós -aunque sí es el primero en el que nos obligan a decirlo- y, probablemente, tampoco sea el último. Sí ha sido la despedida más triste que recuerdo.
Abandono, obligado, a la que ha sido mi familia en vacaciones. En vuestras vacaciones, que eran mi trabajo. Abandono mi residencia de verano.
Os quiero. Mucho. Muchísimo. Os considero parte de mi familia de un modo muy especial y muy particular y me parece un palazo que nos separemos ahora, con todo lo que hemos remado contra viento y marea.
Nos deseo lo mejor porque sé que lo merecemos. Me deseo que nuestros caminos vuelvan a cruzarse lo antes posible.
Sé que cuando el sábado me levante, mi primer sábado "libre", mi primer sábado sin vosotros, nada va a ser igual. Es imposible que nada sea igual.
Fui el último en llegar. Gracias por todo, cabrones. Gracias por estos cuatro años.
Todos los finales son un principio, pero yo quiero otro principio entre amigos.
Pura vida y feliz SEPE.
Esto no es justo.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Los abrazos.

Dicen que cuando vienen mal dadas es cuando aparece la gente que de verdad te quiere. No sé si es cierto porque en general tengo mucha suerte en ese sentido y siempre me rodeo de los mejores, pero el aluvión de mensajes, muestras de apoyo, llamadas y manos dispuestas a ayudar que me están llegando con esto del paro me tiene desbordado y jodidamente abrumado.
Sé que no estoy bien, no estoy especialmente animado y no me atrevo ni a respirar por si me cobran, pero no sabéis cómo de agradecidísimo os estoy. Probablemente estos días ando pensando más en mí mismo que en otra cosa, lo siento por la gente que sé que me necesita porque no estoy... ahora mismo no puedo estar. Volveré por mis fueros cuando me acostumbre un poco a la nueva situación y, sobre todo, cuando se acabe esta vorágine de visitas a abogados, sindicatos, reuniones de compañeros y demás mierdas. Y ahí me pagaré las cañas que os debo y os devolveré las risas que me estáis aportando. El quince de Diciembre es el día D.

Gracias a todos por estar ahí siempre. Os quiero un cojonazo.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Capitalismo en la escalera del portal.

¿Por qué yo vivo en una casa y él está pasando frío en el rellano de la escalera? ¿Por qué yo hoy he cenado dos veces y él, probablemente, solo ha hecho una comida en todo el día? ¿Por qué yo me estoy bebiendo una cerveza y él no tenía ni para agua? ¿Por qué yo tengo un calefactor calentándome los pies y él solo tiene un abrigo? ¿Por qué yo voy hoy a una reunión con abogados para negociar mi finiquito y él pide en la calle? ¿Por qué yo aún no me he visto en la tesitura de abandonarlo todo e irme a otro país a buscarme la vida y él las está pasando putas fuera del suyo? Lo que he hecho hoy, ¿es caridad o es solidaridad? Si, según los valores que me inculcaron en un colegio de franciscanos, debería sentirme bien con lo que acabo de hacer, ¿por qué sigo sin sentirme bien? ¿Por qué yo voy a dormir en un colchón, tapado con un edredón nórdico y con una almohada ergonómica y él en unas escaleras con una manta que -doy fe- no abriga? ¿Por qué tengo varios bolsos, mochilas, riñoneras y bandoleras y él no tiene nada? ¿Por qué yo mañana me voy a duchar con agua caliente y él no?
¿Qué cojones está pasando aquí? ¿De qué coño va todo esto? ¿Qué hostias nos pasa?

viernes, 22 de noviembre de 2013

Jugando en el descuento.

Cada día que pasa la sensación de estar viviendo una cuenta atrás es más agobiante. Resulta muy extraño seguir acudiendo a trabajar sabiendo que todo tiene fecha de caducidad y que el quince de Diciembre se acabará todo. Me quedan exactamente trece días por currar y a partir de ahí... el abismo.
"No quiero entrar en la dinámica de pa' lo que me queda en el convento, me cago dentro. Soy técnico de sonido, soy un profesional y quiero darlo todo hasta el último día", comentaba con los compañeros cuando nos dieron la noticia. Es complicado, la verdad. Me siento flotando en un mar de mierda rodeado de zurullos donde la razón de ser, que era mi trabajo -un trabajo que me encanta, por cierto- va a desaparecer como por arte de magia sin que pueda hacer nada al respecto. No me preocupa el tema económico porque dinero, al fin y al cabo, no he tenido nunca; me preocupa la enorme cantidad de cambios que va a suponer esto, me "asusta" tener tanto tiempo libre, volver a disponer de los fines de semana como la gente normal, sentirme improductivo, acostumbrarme a no hacer nada, dejarme arrastrar por la inercia y acabar cayendo en una depresión viendo la deriva que lleva el país.
No sé qué va a pasar con todo esto. Necesito un trabajo para sentirme útil -años y años de vivir en un sistema capitalista me han convertido en esto- y ahora veo como, jugando en el tiempo de descuento, el partido se acaba y no hay cojones a remontar. He perdido la cuenta de los currículums que he mandado desde antes incluso de que nos dieran la noticia. No sé a cuántas viejas amistades he llamado para pedir curro y lo cierto es que la gran mayoría de la gente que conocía de currar en la tele está igual o peor que yo. Anda la cosa jodida.
En el fondo no pierdo la esperanza. Hay un resquicio de mi corazón que insiste en que no tengo de qué preocuparme, en que conseguiré trabajo antes  de darme cuenta de que ya no lo tengo. Pero esa ventanita es cada vez más pequeña. Esa luz de esperanza parece cada vez más lejana y si permito que todo se vuelva sombrío, entonces sí, estoy perdido.
Luce el sol por las rendijas de mi alcantarilla y a pesar de eso tengo escarcha en los bigotes. Sobre la mesa humea el segundo café de la mañana y el cigarrillo que tengo en la boca se consume lentamente. Estoy volviendo a ver Lost, no ha envejecido tan mal como esperaba.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Se acabó lo que sedaba. Crónica de una muerte anunciada.

Bueno, pues se acabó. A partir del quince de Diciembre paso a ser uno más en el nada selecto club de los parados.
Es raro. Para empezar es el primer trabajo del que no me voy porque tenga algo mejor, me echan. Nos echan, porque caemos casi sesenta personas del tirón. Así, sin más.
Es raro. Porque han sido más de tres años trabajando con una gente maravillosa, con muchas más cosas buenas que malas y haciendo algo que de verdad me gustaba y me satisfacía. Más de tres años en los que han pasado un montón de cosas divertidas y mil anécdotas graciosas, una infinidad de risas y muy pocos momentos realmente malos.
Es raro. Porque tengo cierta sensación de desorientación, de que me roban una parte importante de mí mismo (SOY técnico de sonido, no sé ser otra cosa que no sea esto y SOY parte de un equipo), de estar perdido en un mar inmenso de personas. Y si no fuese porque, a pesar de que cuando nos dieron la noticia me puse muy gilipollas, mi compañera estuvo ahí para abrazarme, consolarme y hacerme cambiar de perspectiva, estaría mucho más perdido y ahogado en litros y litros de whisky barato.
Tiene una parte positiva: estas navidades estaré en casa para disfrutar con mi sobrina, comerme las uvas en paz, disfrutar con mis primos del día de año nuevo y asistir a las cañas prenochebueneras con la que es mi otra familia.
Y me siento desamparado y desorientado, pero no tengo miedo ninguno porque sé que de todo se sale menos de la tumba (espero... si salgo de la tumba disparadme a la cabeza antes de que os muerda), porque mi familia ya me ha dicho que no me preocupe por nada, porque los pocos amigos a los que ya les ha dado la noticia andan ya como locos tratando de ayudarme y, sobre todo, porque ha vuelto a venir ella a regalarme sonrisas. No me falta de nada.
Gracias a todos.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Todo - Pereza.



Vuela, vuela, vuela conmigo,
cuélate dentro, dime chico,
dame calor, sácame brillo,
hazme el amor en nuestro nido.
No quiero nada, nada más,
me sobra respirar.

Sube, sube, sube conmigo,
déjalo todo, yo te cuido,
ven a Madrid, ten un descuido,
haz cosas mientras yo te miro.
No tengo miedos, no tengo dudas,
lo tengo muy claro ya...

Todo es tan de verdad
que me acojono cuando pienso
en tus pequeñas dudas
y, eso: que si no te tengo reviento.

Quiero hacértelo muy lento.
Todo, todo, todo, todo, yo quiero contigo todo.
Poco, muy poco a poco, poco,
que venga la magia y estemos solos,
solos, solos, solos,
yo quiero contigo sólo.
Solos rozándonos todo, sudando, cachondos,
volviéndonos locos, teniendo cachorros.
Clavarnos los ojos, bebernos a morro.
Sueña, sueña, sueña conmigo,
escríbeme luego un mensajito,
dime hacia donde yo te sigo,
si tú te tiras, yo me tiro.
No tengo miedos, no tengo dudas,
lo tengo muy claro ya.

Todo es tan de verdad
que me acojono cuando pienso
en tus pequeñas dudas...

                                                                                                                  Pereza.

Creo que entre la negrita y los tamaños ha quedado todo claro. Creo que el sector medianamente punk que podía leer este blog se ha retirado ya. Creo -qué coño, no lo creo, lo sé- que esto te lo puedo cantar de rodillas en una terraza de Lavapiés si me lo pides. Creo que me ha vuelto a subir el azúcar (¿Hola? ¡Yo era del No Feelings de los Sex Pistols!). Creo que te quiero con locura y que quiero pasar el resto de días que me queden contigo. Creo que doy ascopena cuando me pongo así de pasteloso y azucarado. Creo que te lo digo poco. Creo -sé- que no parece que tenga veintiocho años. Creo que Berta cabe en esta casa. Que no lo creo, que lo sé. Que te quiero. Que me doy asco cuando entro en esta dinámica de diabetes, pero que por otra parte no puedo evitarlo. Que odio profundamente a Pereza, mucho, pero que me encanta que esta canción diga tantas cosas que siento por ti. Creo que acaba de venir la versión quinceañera de este humilde ratón a darme de hostias con toda la razón del mundo, pero hemos compartido un kali y un peta y al final la conclusión es que nadie mejor que tú para compartir esta alcantarilla. Que te quiero, Que te vengas. Ya. Ahora.

martes, 24 de septiembre de 2013

Sobre inseguridades, miedos y amaneceres.

Inseguridades:
Lo de que se me coman mis propias inseguridades no es nuevo, de hecho es tan viejo como yo mismo y aún así no consigo acostumbrarme a ello. Es una sensación muy desagradable que te corroe por dentro, casi puedes notar cómo se expande por tu cuerpo, como si fuese un tumor que no para de devorar órganos vitales a una velocidad sorprendente impidiéndote disfrutar de nada y amargándote continuamente la existencia.
¿Qué hostias me pasa? ¿Por qué hostias me pasa? Tengo unos amigos estupendos que me aprecian y que siempre están a mi lado, una familia maravillosa que me apoya en todo y una compañera estupenda con la que no quiero parar de caminar nunca. Si tengo todo lo que necesito, ¿por qué vivo continuamente con la sensación de que todo se va a ir a la mierda más tarde o más temprano? ¿Por qué no puedo limitarme a disfrutar de todo lo bueno que me está pasando -que es mucho- y ser feliz? ¿Qué cojones pasa? ¿Qué me lo impide? ¡Quiero hacerlo! ¡Quiero ser feliz porque no me falta absolutamente nada para serlo!
Odio esta ansiedad, esta tensión, este estrés. Odio dormir apretando las muelas y vivir siempre como si el suelo firme no existiese. Hay un suelo firme, yo construyo mi camino y me encanta la gente que camina conmigo. Quiero dejar de dudar de todo el mundo, por mucha brea que me hayan dado en el pasado ni la gente que me rodea se merece aguantarme así ni yo tampoco.

Miedos:
Siempre he tenido miedo a un montón de cosas: a fracasar, a no estar a la altura, a pegarme la hostia, a perder el control de la situación... Tampoco es agradable. Odio esos miedos porque a veces me paralizan el cuerpo entero y no me dejan moverme, solo pensar y pensar y llevar la cabeza pasada de revoluciones hasta que empieza a salir un humo gris y denso que lo nubla todo y que me ahoga.
Así llevaba mucho tiempo, amargado y consumido por mis miedos y mis inseguridades, por esa sensación de que todo lo que tocaba se convertía en mierda, se pudría, apestaba. Porque ha habido gente que me ha tratado así y me ha culpabilizado de muchas cosas y me lo he creído porque, ya ven, en mi mar de inseguridades mi propia palabra a mí no me valía, así que al primero que abriese la boca le otorgaba automáticamente más criterio que a mí mismo. Y por suerte no ha faltado gente con ganas de arrimar el hombro y tirar de mí, pero hasta a Job se le acaba la paciencia y en mi casa nunca me faltaba el whisky. Hasta que tú entraste en escena.

Al alba:
No sé muy bien qué ha pasado, no sé qué tecla has tocado (aunque diría que en este mes te han salido varias sinfonías) pero desde que estás tú vuelo más alto, he dejado de tener miedo y de tener complejos (bueno, calvo sí me estoy quedando...), tengo ganas de sonreír todo el rato y de hecho vivo permanentemente con cara de idiota. Fumo menos, bebo mucho menos, el tiempo pasa muchísimo más rápido e incluso me siento más joven. Me levanto de mejor humor, he vuelto a cocinar, la vida en general me preocupa un poco menos sabiendo que tú estás a mi lado. Tengo menos miedo cuando estoy contigo, en definitiva. Y me siento más fuerte y con más ganas. Más vivo, más sano y todo es genialérrimo. Desde que estás tú siento cosas, he dejado de ser de madera y hasta respiro mejor. Desde que estás tú siento que puedo ser yo, que no hay fraude, que las cosas son otra vez naturales y que no hay que forzarlas, que salen solas y que todo fluye.
Solo aspiro a hacerte reír todos los días, a sacarte además una sonrisa. A emocionarte. A compartirlo todo contigo.
Porque contigo me siento bien. Porque tú me completas.
Te quiero.

jueves, 12 de septiembre de 2013

28 días.

El domingo hará un mes y si hace un mes dicen esto... Me descojono.
El domingo hará un mes y, en este tiempo, he utilizado más el WhatsApp que en toda mi vida anterior.
El domingo hará un mes desde que alguien gritó "¡Osasuna! ¡Osasuna!".
El domingo hará un mes del concierto de La Raíz, el de Mente Devil y el de Segismundo Toxicómano.
El domingo hará un mes desde que vi los vientos mejor tirados que jamás he visto en una zona de acampada de festival.
El domingo hará un mes desde que hubo que volverse porque no llevábamos los papeles de la furgo.
El domingo hará un mes desde que me compré mi tienda de campaña.
El domingo hará un mes desde que supe que no te gusta la cerveza pero sí la Coca Cola.
El domingo hará un mes desde que un tipo en patinete contó a unos desconocidos en un parque que venía desde muy lejos a regar las plantas de la casa de su madre, que se había ido de vacaciones.
El domingo hará un mes desde que quiero sacarte una sonrisa todos los días.
El domingo hará un mes desde la primera vez que tus ojos me volvieron completamente loco.
El domingo hará un mes de la primera vez que nos dimos dos besos.
El domingo hará un mes desde que nos conocemos.
El domingo hará un mes y si hace un mes dicen esto... Me descojono.

jueves, 22 de agosto de 2013

Contigo.

Quiero besarte. Quiero sentarme en una lápida de un cementerio, que nos liemos un peta y besarte (y sé perfectamente de qué cementerio estoy hablando). Quiero viajar contigo. Quiero ir a Galiza contigo, y a Extremadura. A Cádiz.
Quiero ir contigo al Oktoberfest. Y al cine, y al teatro. Quiero ir contigo a más conciertos, y a más bares. Quiero ir contigo a los museos y recorrer Madrid de tu mano. ¡¡A subir montañas quiero ir contigo!! Y a hacer deporte, y a dormir al raso. Contigo.
Quiero compartir contigo. Quiero divertirme contigo.
Contigo.

lunes, 19 de agosto de 2013

Solo no puedes, con amigos sí.

Muy agradecido.

¡Qué sonrisa tan rara! - Extremoduro (lo que pasa en el Lumbreiras se queda en el Lumbreiras. Lo que no pasa, también)


Tu mirada
envasada al vacío como una mermelada,
solamente necesito una tostá'
que me encuentro por debajo de tus bragas
y si huele a quemao': soy yo.
Adivina
¿Cuánto tiempo hace que yo ya no follaba?
Me abrazaste y se me puso dura,
yo ya empiezo a notar desbordarse
los pantanos de toda Extremadura.
Disimula
que ha parado la Guardia Civil
¿y dónde coño he puesto el pantalón?
Destrozaron nuestra intimidad
pa' pedir la documentación.
Tanta curva,
y las vueltas que nos dio el amor,
se debió mover el amonal
y al meter la napia en el camión
a tomar por culo dos y dos.
Dejadme de hablar,
no me hace reír,
la gente normal se podía morir.
¡Qué sonrisa tan rara!
Cada mañana bajo al infierno y el diablo me lee cuentos,
yo solo canto y digo que son poesías
y al momento me levanto de la cama
y al cuarto de hora no tengo ganas de ná'.
Hago un esfuerzo
pa' respirar pa' fuera y luego pa' por dentro,
pa' reventar haciendo mucho ruido,
hay quien pensaba que era un nuevo Dios naciendo
y era un pedo de un exquisito cocido.
Dejadme de hablar no me hace reír,
la gente normal se podía morir.
¡Qué sonrisa tan rara!

                                                                                                         Extremoduro con Albert Pla.

Vale, que sí, que estoy que me agarro a un clavo ardiendo es innegable. Pero también es muy cierto que aquí está pasando algo muy raro porque tenía hasta tres opciones de irme a follar por ahí al acabar los conciertos y pasé de todas a la espera de poderte robar un beso furtivo en cualquier despiste.
No pasó. Pasaron los paseos a desayunar al pueblo, los calores, los cigarros, los mecheros feos. Corrió el M, voló el kalimotxo, se esfumó el hachís, se animaron las risas y dos horas de conversación con Non Servium y Juantxo Skalari de fondo. Y siguió sin pasar nada.
Y ahora estamos de vuelta en Madrid y lo que me jode no es la bajona post festivalera, no es el estar molido, no es tener mono de música en diecto, no es estar otra vez sin un puto duro. Es saber que, como pronto, tiene que pasar un año hasta que quizá vuelva a verte y eso no me gusta. De aquí a un año todos calvos, al menos yo.
Sé que no tengo nada que hacer, pero ¿y lo que me gustan a mí los retos?
¡Qué sonrisa tan rara!

domingo, 11 de agosto de 2013

Siempre presente.

Me acuerdo mucho de ti últimamente, y mira que han pasado ya años de aquella noche puta, de aquel mal viaje que hiciste a solo Baco sabe dónde. Tuviste que irte tú, precisamente tú, para que los demás fuésemos conscientes y tirásemos del freno. Tú, que eras el más válido y culto de todos nosotros, precisamente tú.
Hace ya por lo menos tres años que no veo a estos, si no más. No queda ninguno en el barrio, ni siquiera yo. Hicimos una cena de Navidad de reencuentro y, joder, seguía siendo el más crío y me seguía haciendo mucha gracia. Aquella noche nos acordamos mucho de ti y alguna lágrima se derramó, para qué te voy a engañar. Después de eso nos vimos una última vez, de casualidad, en el barrio. Y, como siempre, me salvaron el culo en plan ángeles de la guardia, pero no hubo más. No hubo más quedadas, ni cervezas, ni risas en los parques, ni peleas, ni abrazos, ni litronas rotas. Nuestras vidas siguieron su camino y ya no han vuelto a cruzarse.
Estos están mayores, algunos son hasta padres y se han ido a vivir a la sierra o incluso fuera de Madrid, muy lejos del barrio. Yo estoy pagando con el sudor de mi frente una casita muy apañada en Lavapiés (no tío, al final no he ocupado... ¡quién lo iba a decir!) y sigo yendo a comer donde mis abuelos todos los fines de semana. Hoy, de hecho, me he encontrado por allí una foto en la que salimos todos y supongo que por eso estoy ahora escribiéndote. Me he acordado mucho de ti, de tus buenos consejos, de lo jodidamente objetivo que eras para todo y de aquella reputísima noche. Del teléfono al día siguiente, de tu madre, de tu hermano... y hasta de que pude ser yo.
Espero que estés bien donde cojones quiera que estés. Te imagino rodeado siempre de libros, con la cresta, las botas y aquellos vaqueros tan feos (¿cómo podían ser tan feos, tío?). Ojalá estuvieses aquí, aunque tengo la impresión de que en el fondo andas siempre vigilante, pero... qué coño, siempre apetece tomarse una birrita contigo.
Joder tío, te echo muchísimo de menos.
Un abrazo, estés donde estés.
Te tengo siempre presente.

jueves, 8 de agosto de 2013

El chacachá del tren.

Viajo en un tren a dosciencientos cuarenta y ocho kilómetros por hora y me acuerdo de Jack en 'El club de la lucha': rezo para que haya un accidente y se acabe todo. A tomar por culo, afrontemos esto por la vía rápida.
Bueno, en realidad no. No estoy tan desesperado. Es más, ahora ya ni siquiera estoy cabreado más allá de sentirme el idiota de la película. Ni eso, diría yo, porque creo que el orgullo se ha comido a la mala hostia, así que cabeza alta y vista al frente. La playa ayuda mucho en esto y pasar suficiente tiempo al sol como para que siga creciendo la colección de tumores (vamos a por el cáncer de piel, que de esa lotería no parece que lleve boleto) también; refresca cuanto menos.
Tampoco quiero entrar en detalles de lo que ha pasado... porque es para nada y porque creo que las dos partes involucradas nos hemos dicho ya todo lo que teníamos que decirnos, que ha sido lo justo en estos casos. Las disculpas llegaron tarde y las vendas vinieron después de unas heridas que hace mucho tiempo que se sabía que iban a ser abiertas. Lo sabía todo el mundo menos yo, vaya. En fin... ya tenemos pelos en los huevos y yo personalmente voy teniendo callo en según qué cuestiones, aunque estaba más acostumbrado a lidiar con mozas y zagalas que con colegas y supongo que por eso me ha dolido tanto el asunto. Luego a la gente se le llena la boca diciendo que soy un macarra, un radical y un violento pero resulta que tengo una serie de códigos de honor, camaraderia y respeto de los que otros carecen.
Igual de otras personas me lo podría esperar, de esta no. Tanto da... voy ahora mismo en un tren y vienen unos seres humanos de calidad superior a buscarme a mi estación con unracimo de litronas. Lástima esta sensación de que acabarán pagando unos platos que no han roto ellos, pero la lección ha quedado bien aprendida: no confíes ni en tu puta sombra porque aquí el más tonto hace relojes y el más colega te apuñala por la espalda y te culpa de ello.


Pd: Renfe, si en tus trenes me puedo emborrachar ¿por qué cojones no me habilitas un sitio donde fumar? Qué largo se me está haciendo el camino, la hostia...

domingo, 4 de agosto de 2013

Rata de dos patas - Paquita la del Barrio.


Rata inmunda,
animal rastrero,
escoria de la vida,
adefesio mal hecho.
Infrahumano,
espectro del infierno,
maldita sabandija
cuánto daño me has hecho.
Alimaña,
culebra ponzoñosa,
deshecho de la vida,
te odio y te desprecio.
Rata de dos patas,
te estoy hablando a ti
porque un bicho rastrero,
aún siendo el más maldito,
comparado contigo
se queda muy chiquito.
Maldita sanguijuela,
maldita cucaracha,
que infectas donde picas,
que hieres y que matas.
Alimaña,
culebra ponzoñosa,
deshecho de la vida,
te odio y te desprecio.
Rata de dos patas,
te estoy hablando a ti
porque un bicho rastrero,
aún siendo el más maldito,
comparado contigo
se queda muy chiquito.
¿Me estás oyendo, inútil?
Hiena del infierno
¡Cuánto te odio y te desprecio!
Maldita sanguijuela,
maldita cucaracha
que infectas donde picas
que hieres y que matas.
Alimaña, culebra ponzoñosa,
deshecho de la vida,
te odio y te desprecio.
Rata de dos patas,
te estoy hablando a ti
porque un bicho rastrero,
aun siendo el más maldito,
comparado contigo
se queda muy chiquito.


                                                                                                                 Paquita la del barrio.

martes, 2 de julio de 2013

Calle Melancolía - Joaquín Sabina

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro
que me ilumine el día
y no hallo más que puertas
que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten
su vómito de humo
a un cielo cada vez
más lejano y más alto.
Por las paredes ocres
se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde
debe ser primavera,
cruza por mi mirada
un tren interminable.
El barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años
al barrio de la alegría
pero siempre que lo intento
ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento
a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo
de un barco enloquecido
que viene de la noche
y va a ninguna parte,
así mis pies descienden
la cuesta del olvido,
fatigados de tanto
andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa,
enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles,
resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras
que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia
que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo
como una enredadera
que no encuentra ventanas
donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia
que sufren las aceras.
Si quieres encontrarme
ya sabes dónde estoy:
vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años
al barrio de la alegría
pero siempre que lo intento
ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento
a silbar mi melodía.

Joaquín Sabina.

Tanto FAV, tanto RT, tanto MD... Podría ser todo más sencillo pero no queremos dar el paro. El miedo y esas cosas. Quiero mudarme al barrio de la alegría, vente conmigo, no perdemos nada en el intento.

domingo, 23 de junio de 2013

No me sale.

Parece ser que últimamente me cuesta escribir más de lo normal sobre mí mismo y desde luego no será por falta de ganas... Pero nada, no sale, es como estra estreñido, así que he decidido empezar a escribir sobre otras cosas y lo primero que ha salido ha sido un blog que se llama Lo Que Pienso del Fútbol y que va, básicamente, de eso: de lo que yo como individuo que tiene opiniones propias pienso sobre el maravilloso mundo del fútbol. No lo actualizo muy a menudo y, de momento, la calidad de lo que hay escrito va de pésima a lamentable, pero prometo remontar.
Para leer ese tipo de tonterías, suponiendo que os interesen lo más mínimo, podéis pinchar aquí mismo o en el otro enlace que he puesto más arriba porque me encanta autoenlazarme.

domingo, 14 de abril de 2013

Huelo mal.

Huelo a sudor, fritanga y tabaco. Hace no muchos años ni siquiera lo habría notado porque, supongo, era el olor habitual en mí. Hoy se me hace raro y dudo entre meter la ropa en la lavadora o meterla en un bidón y prenderle fuego. Me hago viejo. Envejezco orgulloso, todo sea dicho. No niego cierta nostalgia de tiempos mejores, cuando era más valiente y más inconsciente, pero me miro las canas en el espejo y pienso que al fin y al cabo tengo mucha historia que contar, puedo contar una historia que me gusta; me gusta lo que he vivido hasta ahora, qué cojones. Disfruto mirándome al espejo. Supongo que eso me convierte en un jodido ególatra y, qué hostias, habrá que admitirlo, pero me encanta verme canas y arrugas que antes no tenía y pensar que son señales de que sigo vivo. No llevo la vida que esperaba llevar y tampoco me conformo, ni mucho menos, pero hasta el momento sigo vivo para contarlo y ambas cosas (estar vivo y poder contarlo) ya son un lujo que no todo el mundo tiene. Me rodeo de buena gente e intento todos los días ser mejor persona. No siempre lo consigo, pero me gusta esto. Vivís bien los humanos...

domingo, 31 de marzo de 2013

AHORA (bazofia inacabada de cosecha propia).

No hubo guillotinas
en aquel precioso Abril
en que el pueblo decidió
que ya os teníais que ir.
No corrió la sangre,
no hizo falta presionar:
la gente decidió
que ya no os quería más.
Fueron tiempos gloriosos
de revolución
que pronto volverán.
Fueron tiempos gloriosos
de un pueblo que pedía
pan, cultura y libertad.
Y AHORA, siglo veintiuno,
resulta que AHORA
me encuentro que AHORA
habéis vuelto a ganar
Y AHORA, resulta que AHORA,
a estas alturas,
os vuelvo a gritar:
NO NOS VAIS A DETENER,
las ideas nunca mueren,
no tenéis nada que hacer.
Si mis hijos pasan hambre
vuestra tumba cavaré
con las mismas manos
con que un día
generé
el mismo sucio dinero
en que ahora os revolvéis.


Escrito a vuelapluma una noche tonta como esta en un primero de Abril que huele sospechosamente a que nadie se entera de nada. Yo el primero.

lunes, 25 de marzo de 2013

La lluvia que no cesa.

Abro por casualidad el cajón donde guardo las historias que nunca terminé y me invade una extraña sensación de estar totalmente desubicado en el tiempo. Creo que ha llegado el momento de salir del armario y confesarlo: llevo cerca de un año con una depresión tremenda y sobre estas últimas navidades toqué fondo, tuve una crisis y deliré, grité y pateé cosas por mi casa. Un cuadro.
Me levanté a la mañana siguiente y, de pronto, había salido el sol. Empezaba un nuevo día pero no iba a ser fácil encararlo. Menos mal que, como siempre, me sobraban las ganas.
Me he echado mucha mierda encima durante todo este tiempo que me he estado dando el lujo de marchitarme por dentro. Me he podrido hasta límites insospechables, me he encerrado en mí mismo dejando de lado a la gente a la que más quería -y aprovecho para pedir disculpas, por cierto- y he roto todos los hilos habidos y por haber. Nunca quería salir, nunca quería quedar, nunca quería ver a nadie. Siempre había una buena excusa para no pisar la calle, para revolcarme en el lodo, para ser antipático. Para estar muerto.
Hoy, a estas alturas, y tras casi un mes sin parar de currar -literalmente. Y lo que me queda-, creo que puedo decir que estoy empezando a asomar la cabeza. Y es jodido, porque a lo largo de este año la vida de la gente ha evolucionado y me lo he estado perdiendo. Si, en general, nunca he sido muy sociable, ahora encima me cuesta aún más relacionarme con humanos a los que no conozca. Incluso me cuesta relacionarme con los que sí conozco, no nos engañemos, pero me estoy esforzando por salir de este montón de mierda y volver a ser esa rata alegre y simpática que no perdía el buen humor y que siempre tenía un chiste a mano. El simple acto de volver a sentarme a escribir pitillo en boca y cerveza en mano ya me parece positivo.
Tengo ganas renovadas y, mal que bien, ilusión por hacer cosas. Os pido paciencia y que me echéis una mano. Y esto va especialmente dirigido a los que más y mejor me conocéis (dos de los tres pelagatos que leéis esto. Me encanta que peléis gatos, son el enemigo natural de los ratones). Sé que tendré días, que me cerraré en banda, que nunca podré quedar... Arrimadme el hombro, creo que necesito la ayuda.
Está cambiando todo muy deprisa y me está costando adaptarme. Sin más.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Esclavos del S. XXI - Gatillazo



Un trabajo de mierda,
una casa pequeña,
un amor aplastado
por impuestos y deudas.
Unos niños preciosos
aprendiendo en la escuela:
la vida de los esclavos en el Siglo XXI.
La vida de los esclavos en el Siglo XXI.
Atrapados en el precio
de una crisis eterna
por tener esas cosas
que no nos interesan,
protestar débilmente
reprimidos con fuerza:
la vida de los esclavos en el Siglo XXI.
La vida de los esclavos en el Siglo XXI.
Unos nos arrastramos
y otros sueñan con ello.
Unos se desesperan
otros se suicidan
buscando una manera
de librarse de esto,
de una vida de esclavos en el Siglo XXI.
La vida de los esclavos en el Siglo XXI.
Gatillazo.


viernes, 8 de marzo de 2013

El pez.

El pececillo nadaba tranquilamente río abajo, vio un apetitoso cebo, se lo comió y mordió el anzuelo. Le rebozaron y se lo comieron con ensalada.

martes, 5 de febrero de 2013

El pánico a la hoja en blanco.

Muchas ganas de querer decir cosas y mucho miedo a soltarlo en público, así, en una red telemática de libre acceso como es Internet.
Muchas ganas de querer decir cosas y mucho a escribirlo en un cuaderno, no vaya a ser que lo lea según termine y me avergüence de mí mismo (no sería la primera vez).
Y así pasa mi vida, con muchas ganas y mucho miedo. Y tiene cojones que me pase esto a mí, con lo valiente -rozando lo demente- que soy para otras cosas.
Vaya kamikaze de mierda estoy hecho...

viernes, 4 de enero de 2013

"¿Por qué no vuelves a escribir?"

Hace no demasiado tiempo que la autora de House of F-lies (ese blog maravilloso que hay enlazado a la derecha de las tonterías que escribe este humilde ratón) me planteó esa pregunta. Hoy me la ha vuelto a soltar un buen (muy buen) amigo periodista, un tipo que al fin y al cabo vive de lo que escribe.
Le he dado muchas -muchísimas- vueltas al asunto entre cervezas y patxaranes. Probablemente más de las que debería haberle dado. Y, de pronto, al llegar a casa, he puesto música al azar y la respuesta me ha venido sola de unos tal Barricada.

"Mis manos están rotas,
se niegan a escribir.
Algo ronda en mi cabeza
que no me deja seguir".

Marla.


"Marla, el pequeño rasguño en el cielo de la boca que cicatrizaría si pudieras dejar de irritarlo con la lengua, pero no puedes..."

Fight Club.