lunes, 19 de agosto de 2013

¡Qué sonrisa tan rara! - Extremoduro (lo que pasa en el Lumbreiras se queda en el Lumbreiras. Lo que no pasa, también)


Tu mirada
envasada al vacío como una mermelada,
solamente necesito una tostá'
que me encuentro por debajo de tus bragas
y si huele a quemao': soy yo.
Adivina
¿Cuánto tiempo hace que yo ya no follaba?
Me abrazaste y se me puso dura,
yo ya empiezo a notar desbordarse
los pantanos de toda Extremadura.
Disimula
que ha parado la Guardia Civil
¿y dónde coño he puesto el pantalón?
Destrozaron nuestra intimidad
pa' pedir la documentación.
Tanta curva,
y las vueltas que nos dio el amor,
se debió mover el amonal
y al meter la napia en el camión
a tomar por culo dos y dos.
Dejadme de hablar,
no me hace reír,
la gente normal se podía morir.
¡Qué sonrisa tan rara!
Cada mañana bajo al infierno y el diablo me lee cuentos,
yo solo canto y digo que son poesías
y al momento me levanto de la cama
y al cuarto de hora no tengo ganas de ná'.
Hago un esfuerzo
pa' respirar pa' fuera y luego pa' por dentro,
pa' reventar haciendo mucho ruido,
hay quien pensaba que era un nuevo Dios naciendo
y era un pedo de un exquisito cocido.
Dejadme de hablar no me hace reír,
la gente normal se podía morir.
¡Qué sonrisa tan rara!

                                                                                                         Extremoduro con Albert Pla.

Vale, que sí, que estoy que me agarro a un clavo ardiendo es innegable. Pero también es muy cierto que aquí está pasando algo muy raro porque tenía hasta tres opciones de irme a follar por ahí al acabar los conciertos y pasé de todas a la espera de poderte robar un beso furtivo en cualquier despiste.
No pasó. Pasaron los paseos a desayunar al pueblo, los calores, los cigarros, los mecheros feos. Corrió el M, voló el kalimotxo, se esfumó el hachís, se animaron las risas y dos horas de conversación con Non Servium y Juantxo Skalari de fondo. Y siguió sin pasar nada.
Y ahora estamos de vuelta en Madrid y lo que me jode no es la bajona post festivalera, no es el estar molido, no es tener mono de música en diecto, no es estar otra vez sin un puto duro. Es saber que, como pronto, tiene que pasar un año hasta que quizá vuelva a verte y eso no me gusta. De aquí a un año todos calvos, al menos yo.
Sé que no tengo nada que hacer, pero ¿y lo que me gustan a mí los retos?
¡Qué sonrisa tan rara!

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