domingo, 25 de noviembre de 2012

Lo necesitaba.



Decía Blaise Pascal que el corazón tiene razones que la razón no entiende y en jornadas como la de hoy se me antoja una frase cuya trascendencia pesa como una losa.
¿Por qué soy del Atleti? ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué alimento un negocio que representa todo aquello en lo que ni creo ni quiero creer? No lo sé, es una cuestión muy sentimental, inexplicable, irracional. No tiene lógica ni sentido. Ni siquiera es sensato. Pero necesitaba esto.
No estoy en mi mejor momento, no nos engañemos y partamos de esa base. Se dan un cúmulo de circunstancias que me hacen tender irremediablemente al gris y en los últimos meses ha habido una concatenación de sucesos que no es que ayuden precisamente. Hoy, además, me he llevado una puntilla que no me ha gustado un pelo y que me ha tenido varias horas noqueado... Y ahora da igual. Ahora, en este preciso momento, me da absolutamente igual todo. A tres puntos del líder y a ocho de nuestro máximo rival histórico la vida se ve diferente, se ve bonita, se ve en rojo y blanco. Se ve alegre y divertida, esperanzadora, optimista. Me siento orgulloso, caminaré con la cabeza un poco más alta toda la semana y sonreiré a sabiendas de que esto no cambia absolutamente nada, pero resulta muy balsámico.
No es la primera vez que lo hago. No es la primera vez que en un mal momento personal me aferro a ese clavo ardiendo que es el Atleti como me podría dar por bañarme en alcohol o atiborrarme a drogas. Y el Atleti me la ha devuelto. En un día en el que estaba jodido y dolido el Atleti ha vuelto a aparecer para darme un chute de endorfinas y auparme un poco -lo justito- antes de tropezar. La alegría me desborda.
Siempre he dicho que ser del Atleti es parte de mi carácter y lo mantengo. No sería igual de luchador si no fuese del Atleti, no me costaría tantísimo rendirme si no fuese del Atleti y no me resultaría tan fácil levantarme tras tropezar si no fuese del Atleti.
Hoy necesitaba que el Atleti ganase. Era una apuesta personal, era un todo o nada inconsciente, y el Atleti no me ha fallado. Y por eso hoy, a pesar de los pesares, a pesar de que todo apuntaba a que no me iba a apetecer lo más mínimo, hoy sigo sonriendo como lo llevo haciendo desde el gol de Koke al filo del descanso.
Porque le pese a quien le pese, sentir el Atleti, entender al Atleti, ser del Atleti en definitiva, es ser diferente.
Igual esto me hace más idiota que la élite intelectual que reniega del fútbol, lo cierto es que me suda muchísimo la polla. Hoy duermo a tres puntos del Barcelona y a ocho puntos del tercer clasificado. Hoy duermo jodidamente contento, y al que no le guste que no mire.
Te quiero Atleti.

jueves, 22 de noviembre de 2012

La (Mi) vida es.

Mi vida es un 416 al final de una pértiga (siempre con cable, que por inalámbrico pierdes). Mi vida es un canal con fader y potenciómetros. Mi vida es una edición en bolsillo. Mi vida es un monitor de referencia. Mi vida es la colección de Gloria Fuertes de Ediciones Susaeta. Mi vida es un cable de micrófono que no se ve y una novedad editorial bien expuesta de cara al cliente. Mi vida es saber qué libros se van a vender estas navidades y que un programa suene bien. Mi vida es capar un bombo y devolver un libro que hace seis meses que no se vende. Mi vida es sonreír a un cliente y ponerle el micrófono a un presentador sin que se entere. Mi vida es saber que Lonely Plantet no edita guía para tu destino vacacional hasta el mes que viene y que escuches bien las órdenes por el pinganillo.
Mi vida se quema*.
Mi vida. La vida. Mi. La. Notas musicales. Letras escritas. Eso es vida para mí.


*Mi vida. Segismundo Toxicómano.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Así nos quieren.


Así nos quieren, calladitos y sin moverse, no vaya a ser que alguno no salga en la foto. Si pudiesen, nos fabricarían sin boca.
Es la doctrina del miedo y visto que caemos como conejos, les funciona.
Cada día estoy más orgulloso de ser rata. Me he cansado de este juego.