domingo, 9 de abril de 2023

Se parece, pero no es. Una de esas noches.

 Qué raro es todo.

Hoy es una de esas noches raras en las que llego a casa y me abro un botellín y pienso. Qué insano es pensar.

Lo que ha pasado hoy ha tenido tanto que ver con el fútbol como con la vida y me he acordado de que yo tenía un blog de fútbol. Y de lo raro y lo forzado que resulta renunciar a un amor eterno para enfocarse en defender a capa y espada algo nuevo. Total, que lo he pasado mal y ha sido un mal rato, pero como me rodeo siempre de buena gente lo he pasado como buenamente he podido, que ni tan mal.

El lunes me desplomé en plena calle y doy gracias por no haberme abierto la puta cabeza. Aquí andamos, escribiendo.

Todo es raro y nada se parece a lo que esperaba, pero las cosas van bien. No paro en casa por trabajo y es algo que siempre quise. Reconozco que es cansino a veces, pero siempre quise curros de viajar (no siempre es tan bonito como parece) y este está siendo bastante guay. Agotador, pero guay.

Me gusta mi nueva casa, me gusta mi nuevo barrio, me reputoflipa haber recuperado a mis amigos y mi vida social... Pero echo algo de menos. "Algo". Qué hostias, sé perfectamente lo que pasa.

Seguimos para bingo. Ya canté línea y pensé que cantábamos bingo en aquella noche tan divertida con ella. Con ella... Que al final se parece, pero sigue sin ser lo mismo.

martes, 21 de junio de 2022

Más de cuarenta días en la isla.

 A tomar por culo todo lo que escribí en la entrada anterior. Es increíble cómo cambian las cosas en cuestión de días y las pocas, poquísimas, ganas que tengo de irme de aquí. 

Estoy conociendo a un montón de gente nueva muy interesante, me estoy reencontrando a mí mismo, he ido a un montón de fiestas con una música de mierda y he bailado hasta el amanecer. He bebido mucho, he reído hasta que me han dolido las mandíbulas, he tenido mil conversaciones la hostia de interesantes, he mejorado como profesional y como persona, he cocinado alguna cosa mínima para quedar bien, he ido a la playa, ha venido a verme mi familia, me he metido bolinga a la piscina, he probado frutas asombrosas, he jugado al póker, he robado un futbolín, he bebido los mejores margaritas de mi vida y otro sinfín de cosas que no vienen al caso pero que me están dando un revolcón mental importante.

Tengo la sensación de estar volviendo a ser yo: sociable, divertido, inagotable, abierto, sonriente... Y me aterra pensar en dónde carajo he estado todo este tiempo. Y hay una parte de mí que aún mira a Madrid y se siente mal, algo me lastra todavía, algo que aún duele y escuece un poco, como una herida mal cerrada sobre la que a veces me gusta echarme un poco de limón para que supure. Y es todo extrañísimo, de verdad.

Qué bien me lo estoy pasnado, joder. Con los demás y conmigo mismo.

No quiero volver. Me echaba de menos.

miércoles, 18 de mayo de 2022

Ya es jueves.

 Escribo desde Las Palmas de Gran Canaria. He vuelto a fumar y las razones por las que me vine aquí son, de pronto, bastante difusas.

PASIÓN POR EL RUIDO. A más de dos mil kilómetros de todo lo que quiero. "Sal de tu zona de confort y conoce a gente nueva". Comedme los huevos por debajo del culo.

La tortilla se dio la vuelta y después se desparramó por toda la cocina. No entiendo muy bien qué está pasando. Me hago pequeñito cuando pienso en todos los errores y pienso que me puedo hacer grande si vuelvo a coser las costuras que me hicieron pequeño. Estamos entrando otra vez en un bucle muy parecido a todo aquello de lo que me quería escapar y ya no distingo cosas. Ella me hace sentir bien por un lado y me recuerda a por qué he vuelto a fumar por el otro. Retroalimentamos nuestras mierdas.
Pero hay más 'ellas'. Y, obviamente, ninguna me da bola.

Estoy en una isla. Literalmente, no es una metáfora. Escribo ahora mismo desde una isla. Y me siento pequeñito e inadaptado. Me muevo mejor en ambientes reducidos y con menos ruido, eso lo sabe mi gente mejor que nadie. Y echo de menos a mi gente, muchísimo.

He estado comiendo pomelo tres días seguidos (entre otras cosas, no me he vuelto 'pomelista' de pronto) y hoy me ha jodido un montón que no hubiese en el bufet del hotel. No me entiendo ni yo, de verdad.

Hay una especie de rave en el apartamento de en frente. He hecho un amago de ir pero la música era una mierda y, honestamente, no era mi rollo. Me vuelvo a la terraza a beberme una birra y a echarme otro piti. 'Están pasando cosas', pero creo que les pasan a otros con más habilidades sociales. Estoy fuerísima.

La vida sigue. A ver qué va pasando.

Meter la pata (lo del miércoles pasado)

Equivocarse es la especialidad de la casa. Muy por encima del trabajo o de hacer reír a las persona, meter la pata. Uno de los errores más comunes y flagrantes que cometemos aquellos que nos divorciamos pasada la treintena es creernos que todo vuelve al punto de partida. No sólo nos creemos que volvemos a tener veinte sino que pensamos que la gente de nuestro alrededor también. MEEEEEEC. EEEERROR. No es así. El resto del mundo ha evolucionado y es difícil de asumir. No toda la gente se ha vuelto de pronto irresponsable y egoísta y muchísimo menos van a entrar en tu juego sólo porque da lastima verte. Y, sí, esta semana volvió a pasar y me columpie. La especialidad de la casa, insisto. De pequeño me flipaban los encantadores de serpientes. Tocaban la flauta y de dentro de un canasto salía una cobra contoneándose al ritmo de la música. Es una especialidad que parece haber desaparecido, como los faquires que se acostaban sobre una cama de clavos o esos que caminaban descalzos sobre cristales. Sospecho que todas esas cosas tenían truco, pero al fin y al cabo el secreto del ilusionismo consiste en seguir creyendo. Me marcho de aquí para mes y medio y la verdad es que pretendía dejar todos los marrones que tengo bastante cerrados. Lo he hecho al revés. Dejo muchas cosas más abiertas, muchas otras mal cerradas y otras tantas sin resolver. Cojonudo. Ojalá cuando vuelva se hayan resuelto solas. No va a ser el caso, pero no me llames iluso porque tenga una ilusión. Hala, ciao. (Todo esto lo escribí con el móvil, desde el autobús volviendo a casa, la noche del once al doce de mayo de dos mil veintidós. Lo he cortado y pegado desde las notas del teléfono y no se han respetado ni la mquetación ni los signos de puntuación, pero así queda.)

jueves, 17 de marzo de 2022

Socas que napas.

Llegué de currar hará como hora y media y estoy sentado en el sofá tan tranquilo esucchando música (¡escuchando CDs!) y echándome una birra mientras leo. Me ha costado mucho rato darme cuenta de lo anómalo de la situación y decidir venir a contarlo. Y estoy cómodo, además. Es una sensación extrañísima y disfrutona que me gusta.
Están pasando un montón de cosas. Llevo ya y voy a estar unos días haciendo ficción (yo que no quería volver a la ficción de ninguna manera...) y me lo estoy pasando en grande. La verdad es que sé perfectamente por qué le cogí manía a ese sector concreto de mi oficio y sé por qué lo estoy disfrutando ahora... Son dos situaciones anómalas para lo bueno y para lo malo, pero que dure la puta alegría, el mamoneo, el echarse unas risas con las compañeras de vestuario y el llegar a casa con los hombros reventados.
Por otra parte, dejo la librería. Por puro agotamiento y porque se me han escapado proyectos muy guays... Sin entrar en detalles... He sido muy feliz ahí dentro, he conocido a gente absolutamente guay y me voy con pena. Me ayudó un montón a sacar la cabeza de entre los escombros cuando todo estaba en ruinas y uno no olvida.
Mucho mamoneo, está habiendo muchísimo mamoneo estos días y aunque me pilla totalmente fuera de juego y muy desentrenado, la verdad es que son unas risas importantes. Nadie me da ni bola en realidad, pero yo me monto unas películas en la cabeza dignísimas de una serie de tres temporadas que se me han olvidado en cuanto me duermo. Y eso mola, porque hay una pureza totalmente absurda en esos ratitos.
La casa no se alquila, sigo sin un duro y las señales son confusas, pero en este preciso momento estoy arriba y me río un poco de todo.

El sábado con estos bromeé sobre mi necesidad de hacer fotos y documentarlo todo para cuando tenga alzheimer. En realidad no sé hasta qué punto lo decía en broma o en serio. Escribiendo esto tengo la misma sensación. Ahora mismo estoy bien y quier atrapar este puto instante. Cosas que pasan.

Seguimos.

martes, 28 de diciembre de 2021

Sobre echar de menos.

 Hoy ha sido la primera vez desde que me mudé que no he echado de menos ni la antigua casa ni el antiguo barrio. Es más, de pronto le he visto un montón de ventajas a esto de vivir en la periferia con avenidas grandes, calles amplias, zonas verdes y prácticamente nadie con quien cruzarse a las diez de la mañana. Ha sido raro y reconfortante.

A ella, sin embargo, sí me ha dado por echarla de menos. Ella sonriendo, ella dándome aquellos abrazos que eran casa; ella con frío, que casi nunca lo tenía, metiéndose dentro de mi abrigo abierto. El olor de su pelo. Y no sé por qué, pero de pronto hoy vuelve a doler y vuelve a ser difícil.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

"Hacía mucho que no eras tan Rata".

 En esta sana costumbre que he adoptado de recuperar el contacto con gente con la que llevaba entre diez y ocho años sin hablarme, hoy me han dicho dos cosas muy bonitas.
La primera ha sido de una persona que ha pasado un 2021 de mierda y con la que retomé el contacto allá por Julio, que me ha dado un abrazo gigantesco y me ha dicho "recuperarte como amigo ha sido lo mejor de este año". La frrase ha sido un gancho directo a mi mandíbula, la verdad... Porque tiene un montón de implicaciones y matices por ser ella quien es y por la relación que tuvimos en su momento... Porque en cierto modo me pone frente a un espejo, la verdad. Y porque su pareja, allí presente, me ha dicho "joder Rata, es que no sabes lo mucho que me ha hablado de ti y cómo ha cambiado desde que has vuelto a su vida". 

Por supuesto que esta historia es real y por supuesto que me estoy echando flores. Estoy un poco harto de sentirme en la mierda y de sentir que me merezco todo lo malo que me pasa. Cuento esto presumiendo y con el pecho enchido de orgullo, joder. Es muy bonito. Mucho.

Esa misma persona, en un momento de una conversación sobre política en el que me he venido muy arriba y he defendido mis ideas con la vehemencia habital que da la cerveza, me ha dicho "hostia, desde que nos habiamos vuelto a ver nunca habías sido tan Rata como en este momento. Hacía mucho que no eras tan Rata". Y, joder. JODER.
Me ha tenido que dejar la que ha sido mi pareja durante ocho años y me he tenido que ir de la que ha sido mi casa durante once... ¿Para volver a encontrarme? ¿Qué coño está pàsando aquí?

En fin. Está siendo un Diciembre lleno de sorpresas... ¿Qué más episodios apasionantes nos depara el futuro?

Feliz Ómicron.