martes, 24 de septiembre de 2013

Sobre inseguridades, miedos y amaneceres.

Inseguridades:
Lo de que se me coman mis propias inseguridades no es nuevo, de hecho es tan viejo como yo mismo y aún así no consigo acostumbrarme a ello. Es una sensación muy desagradable que te corroe por dentro, casi puedes notar cómo se expande por tu cuerpo, como si fuese un tumor que no para de devorar órganos vitales a una velocidad sorprendente impidiéndote disfrutar de nada y amargándote continuamente la existencia.
¿Qué hostias me pasa? ¿Por qué hostias me pasa? Tengo unos amigos estupendos que me aprecian y que siempre están a mi lado, una familia maravillosa que me apoya en todo y una compañera estupenda con la que no quiero parar de caminar nunca. Si tengo todo lo que necesito, ¿por qué vivo continuamente con la sensación de que todo se va a ir a la mierda más tarde o más temprano? ¿Por qué no puedo limitarme a disfrutar de todo lo bueno que me está pasando -que es mucho- y ser feliz? ¿Qué cojones pasa? ¿Qué me lo impide? ¡Quiero hacerlo! ¡Quiero ser feliz porque no me falta absolutamente nada para serlo!
Odio esta ansiedad, esta tensión, este estrés. Odio dormir apretando las muelas y vivir siempre como si el suelo firme no existiese. Hay un suelo firme, yo construyo mi camino y me encanta la gente que camina conmigo. Quiero dejar de dudar de todo el mundo, por mucha brea que me hayan dado en el pasado ni la gente que me rodea se merece aguantarme así ni yo tampoco.

Miedos:
Siempre he tenido miedo a un montón de cosas: a fracasar, a no estar a la altura, a pegarme la hostia, a perder el control de la situación... Tampoco es agradable. Odio esos miedos porque a veces me paralizan el cuerpo entero y no me dejan moverme, solo pensar y pensar y llevar la cabeza pasada de revoluciones hasta que empieza a salir un humo gris y denso que lo nubla todo y que me ahoga.
Así llevaba mucho tiempo, amargado y consumido por mis miedos y mis inseguridades, por esa sensación de que todo lo que tocaba se convertía en mierda, se pudría, apestaba. Porque ha habido gente que me ha tratado así y me ha culpabilizado de muchas cosas y me lo he creído porque, ya ven, en mi mar de inseguridades mi propia palabra a mí no me valía, así que al primero que abriese la boca le otorgaba automáticamente más criterio que a mí mismo. Y por suerte no ha faltado gente con ganas de arrimar el hombro y tirar de mí, pero hasta a Job se le acaba la paciencia y en mi casa nunca me faltaba el whisky. Hasta que tú entraste en escena.

Al alba:
No sé muy bien qué ha pasado, no sé qué tecla has tocado (aunque diría que en este mes te han salido varias sinfonías) pero desde que estás tú vuelo más alto, he dejado de tener miedo y de tener complejos (bueno, calvo sí me estoy quedando...), tengo ganas de sonreír todo el rato y de hecho vivo permanentemente con cara de idiota. Fumo menos, bebo mucho menos, el tiempo pasa muchísimo más rápido e incluso me siento más joven. Me levanto de mejor humor, he vuelto a cocinar, la vida en general me preocupa un poco menos sabiendo que tú estás a mi lado. Tengo menos miedo cuando estoy contigo, en definitiva. Y me siento más fuerte y con más ganas. Más vivo, más sano y todo es genialérrimo. Desde que estás tú siento cosas, he dejado de ser de madera y hasta respiro mejor. Desde que estás tú siento que puedo ser yo, que no hay fraude, que las cosas son otra vez naturales y que no hay que forzarlas, que salen solas y que todo fluye.
Solo aspiro a hacerte reír todos los días, a sacarte además una sonrisa. A emocionarte. A compartirlo todo contigo.
Porque contigo me siento bien. Porque tú me completas.
Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario