lunes, 20 de diciembre de 2021

Las cosa de adultos.

He llegado a casa, he echado al cubo de la ropa sucia lo que traía puesto, he fregado y recogido las cosas del desayuno, le he puesto de comer a la gata, me he cenado una ensalada y me he sentado a escribir esto absolutamente sorprendido de tan inusual concatenación de sucesos.

Y mientras cenaba y me sorprendía de tenerlo todo hecho antes de las diez en lugar de haberme tirado en el sofá a beber cerveza (joder, ¡no he encendido ni la tele!) me ha dado por ponerme instropectivo (ayer una amiga me preguntaba que cómo hacía yo para ponerme introspectivo y no supe muy bien qué responder, pero a veces me sucede así, de pronto) y pensar en todo este extraño proceso de mudarme de casa y de vida que empezó en Junio de este mismo año y está atravesando ahora el momento más duro y doloros de todos. Joder si duele.
Creo que por eso me he encerrado tanto en trabajar. Trabajo hasta que duele y me ha costado ir poniendo los pies en el suelo y ver la situación con un poco de perspectiva. Estoy agotado y me mueve la inercia, a veces me despierto sin saber a qué trabajo tengo que ir pero con la certeza de tener que trabajar. He hecho verdaderas locuras estos meses y hasta me dio tiempo a pasar la Covid. Todo el tiempo ocupado para no pensar. Pensar duele, observar lo que pasa duele. Las heridas están aún frescas, aunque poco a poco van curando, muy despacio. Algunas aún escuecen y otras incluso aún sangran. Poco, pero sangran.

He estado pensando en por qué de pronto mi casa (¿mi ex-casa?) me genera cierta sensación de desapego. Supongo que tiene que mucho que ver el hecho de estar cargada de recuerdos y vacía de cosas, pero también he llegado a la conclusión de que podría ser porque durante mucho tiempo ha sido una casa pero muy poquitas veces ha sido un hogar.
Me han asaltado las fotos de las pasadas navidades que pasamos allí. La Nocheviejuena o algo así lo llamamos. Menuda llorera, oiga. Y ni aún así aquello fue un hogar.

Tengo la sensación de estar mutando otra vez y de que me hayan caído un par de años encima. Probablemente los que me faltaban.

El miércoles me invitaron al concierto de Talco y me vacié un poco en todos los aspectos. Y fue muy agradable primero contarle a alguien que me ve muy desde fuera cómo estoy y segundo aclarar y cerrar ciertas cosas que llevaban un tiempo en el aire. Ya está, aclarado. Sigamos siendo amigos, joder. Y brindemos otra vez.


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