martes, 14 de julio de 2015

Esto no va a terminar bien (tonterías mañaneras de antes y durante el café).

Cuando he abierto los ojos en la cama toda la casa estaba inundada de un profundo olor a café y por alguna extraña razón eso me ha puesto de muy buen humor. Yo soy así, un tipo de gustos sencillos que encuentra la felicidad en las pequeñas cosas. O, a lo mejor, simplemente me he hartado de levantarme todas las putas mañanas triste y melancólico, vaya usted a saber.
Madrid me está quemando, y no es ninguna metáfora sobre el estrés o el hartazgo que me pueda generar la ciudad (en la que, sorprendentemente y por primera vez en muchos años, me siento de nuevo tremendamente cómodo), es que nos vamos a morir todos achicharrados. Atravesamos una ola de calor. En realidad creo que es la ola de calor la que pasaba por aquí, pero da igual, creo que la expresión es correcta. El caso es que hay que tener valor para salir a la calle antes de las ocho o las nueve de la noche. Ni que fuese mi pueblo esto, oiga.
Enciendo el primer piti del día sin haberme terminado el café y pienso "esto no va a terminar bien". Porque sí, los tíos guapos también cagamos. Café y cigarro, muñeco de barro. Tengo treinta palos y todavía me descojono cuando hablo de mierda, ñorugos, cagarros, tordos, cacota, heces... ¡Qué rico es el idioma castellano!
Continuamos para bingo, oiga.

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