Llego, decía, con la hora justa y la lengua fuera y, lo primero que hacen, es meterme en una especie de aula más pequeña que mi habitación con otras doce personas y con la temperatura perfecta para cocinar unos canelones recién sacados del congelador. La ubicación de la sala era inmejorable, tanto es así que cada vez que alguien en algún lugar del edificio tiraba de la cadena teníamos el impagable privilegio de escuchar la bajante. Para terminar de mejorar la experiencia, las sillas de las que disponíamos gritaban desde antes de sentarte que de pie ibas a estar más cómodo. Mi fístula habría agradecido mucho que hubiese sabido escucharlas.
Comienza la charla y todo son amenazas veladas, amabilísimas explicaciones sobre qué pasa si no acudimos a ese tipo de "invitaciones" o si se nos olvida ir a sellar el paro. La mujer que se presenta como nuestra "tutora en la búsqueda activa de empleo" nos advierte que si cobramos la prestación no podemos salir del país sin permiso y para mí pasa a convertirse en nuestra agente de la condicional. Su cara me resulta extrañamente familiar, pero en realidad lo único que quiero es un café.
"Atiende zagal, si no vienes a las charlas te dejo sin paro, ¿estamos?" |
He subido los cuatro pisos que separan mi caja de cerillas de la calle y mientras los ruidos de la obra de la casa de al lado me taladran los oídos he descubierto que no tengo café, que la nevera está vacía y que el router no funciona. Me he lamido las heridas un rato, he recuperado la compostura, me he conectado a internet con el móvil y he escrito esto.
Y todavía son las doce de la mañana del lunes, mi vida es maravillosa.
Me acabo de tragar tu blog entero desde el 2010 hasta ahora y sólo me sale decirte que me encanta lo que escribes y como lo haces, perdón que eres punk... me mola mogollón....jajajajaj
ResponderEliminarte sigo, tú sigue