lunes, 17 de marzo de 2014

Feliz lunes.

He llegado con la hora justa y la lengua fuera porque, si no tenía bastante con el madrugón, tampoco es que mis horas de sueño hayan sido precisamente de calidad. No todo en la vida es trabajo, o la falta del mismo.
Llego, decía, con la hora justa y la lengua fuera y, lo primero que hacen, es meterme en una especie de aula más pequeña que mi habitación con otras doce personas y con la temperatura perfecta para cocinar unos canelones recién sacados del congelador. La ubicación de la sala era inmejorable, tanto es así que cada vez que alguien en algún lugar del edificio tiraba de la cadena teníamos el impagable privilegio de escuchar la bajante. Para terminar de mejorar la experiencia, las sillas de las que disponíamos gritaban desde antes de sentarte que de pie ibas a estar más cómodo. Mi fístula habría agradecido mucho que hubiese sabido escucharlas.
Comienza la charla y todo son amenazas veladas, amabilísimas explicaciones sobre qué pasa si no acudimos a ese tipo de "invitaciones" o si se nos olvida ir a sellar el paro. La mujer que se presenta como nuestra "tutora en la búsqueda activa de empleo" nos advierte que si cobramos la prestación no podemos salir del país sin permiso y para mí pasa a convertirse en nuestra agente de la condicional. Su cara me resulta extrañamente familiar, pero en realidad lo único que quiero es un café.
"Atiende zagal, si no vienes a las charlas te dejo sin paro, ¿estamos?"
Total, que después de cuarenta minutos viendo diapositivas de Power Point en un proyector estropeado nos han puesto un vídeo locutado con Loquendo explicándonos un sistema de búsqueda de empleo de la Comunidad Autónoma de Madrid que aún va a tardar varios meses en funcionar. Al finalizar me han dado un papel con la próxima citación y he firmado en otro como prueba irrefutable de que he estado allí. Me he venido a casa con la sensación de que la culpa es mía por estar en paro y de que estoy extraña y absurdamente preso en un país del que estoy más que harto pero al que tributo impuestos de todos los colores desde el día en que salí del coño de mi madre. Tengo que estar acudiendo a ver a mi agente de la condicional hasta que ella decida que de verdad estoy buscando trabajo y en Agosto se me acaba el paro.
He subido los cuatro pisos que separan mi caja de cerillas de la calle y mientras los ruidos de la obra de la casa de al lado me taladran los oídos he descubierto que no tengo café, que la nevera está vacía y que el router no funciona. Me he lamido las heridas un rato, he recuperado la compostura, me he conectado a internet con el móvil y he escrito esto.
Y todavía son las doce de la mañana del lunes, mi vida es maravillosa.

1 comentario:

  1. Me acabo de tragar tu blog entero desde el 2010 hasta ahora y sólo me sale decirte que me encanta lo que escribes y como lo haces, perdón que eres punk... me mola mogollón....jajajajaj
    te sigo, tú sigue

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