lunes, 22 de agosto de 2011

Quién te ha visto y quién te ve... - Reincidentes


Tú que ahora flirteas con el poder
¿no recuerdas el ayer?
¿en qué solías creer?
Vas de yuppie original
y aún dudas de lo que pudiste ser
¿crees que no lo sé?
Quién te ha visto y quién te ve...
No abuses de tu buena suerte.

De tanto repetir
que corriste ante los de gris
ahora no ves nada mal
que haya gente que deba escapar
de los azules, los munipas, de la guardia civil
¿Qué es lo que proteges?
¿Qué es lo que te ha vuelto así?

Tú, que flipabas en París
cuando la gente pedía más
-muy lejos queda ya-
a veces, entre el humo del hachís
tu conciencia echa a correr
¿te empieza a remorder?

Quién te ha visto y quién te ve...
No abuses de tu buena suerte.
De tanto repetir
que corriste ante los de gris
ahora no ves nada mal
que haya gente que deba escapar
de los azules, los munipas, de la guardia civil
¿Qué es lo que proteges?
¿Qué es lo que te ha hecho así?

Reincidentes

La visita del Papa, de tanto amor y tanta igualdad que predica, ha conseguido crear una ruptura flipante entre varios sectores de la sociedad que antes, sin estar necesariamente unidos, por lo menos se limitaban a ignorarse.
Personalmente diré que tanto las molestias propias de este tipo de eventos (transporte público saturado de gente que, desde luego, no pagaba a 1'5€ el billete sencillo, amenazas e intentos de agresión, tráfico cortado, violencia policial... aunque esto último ya sabemos alguno que es inherente al CNP) como el mero hecho de que el gobierno de mi país destine fondos públicos a una organización religiosa que funciona como una empresa privada, me ha tenido de los nervios toda la semana. Pero posiblemente lo que más me ha molestado ha sido la gente que, queriendo ponerse la medalla del Mérito al Más Tolerante de la Villa, ha salido en defensa de estos pobres angelitos como si lo más normal del mundo fuese ponerse a mear en la fuente de la Plaza de España, tocar la guitarra borracho a las cuatro de la mañana o ir pegando berridos en un vagón de Metro completamente saturado como si fueses el dueño del cotarro. Y aquí me meto en harina: amén de que los papaflautas intentaron agredirme en mi propio barrio, a escasos doscientos metros de la puerta de mi casa, he tenido que soportar que gente que lleva media vida presumiendo de ideales progresistas-revolucionarios me llamen fascista porque claro, en el fondo, me quejaba por nada. Es muy normal que tal y como está el patio se destine un pastizábal a que estos catolicitos se peguen una semana de juerga por Madrid generando beneficio a unos pocos comerciantes del centro o que se abran los colegios públicos por la patilla para que puedan alojarse. Amén de ser muy normal que un ciudadano normal y corriente no pueda acceder a la plaza de la Puerta del Sol bajo amenaza policial o que para defender a esta gente haya que tratarnos al resto como a ciudadanos de segunda clase (que, en el fondo, siempre lo fuimos, porque el trasfondo del asunto no ha sido religioso, ha sido clasista). Todo muy normal, sí. Es verdad, soy un fascista. Ya va siendo hora de que salga del armario... Total, me llaman fascista los del PSOE porque no les voto, me llaman fascista -los mismos que venían conmigo a, por ejemplo, conciertos de Barricada o Reincidentes- porque he sido 'poco tolerante' con los peregrinos (demasiado he sido que el día que me quisieron linchar solo tiré de mano y no de navaja...) y me llaman fascista cuando me quejo de las agresiones policiales indiscriminadas. Así que sí, a lo mejor tenéis razón y soy un fascista. O a lo mejor resulta que, teniendo en cuenta que la política es redonda, en vuestro afán de ser siempre los más a la contra de todo no os habéis parado a pensar qué estáis defendiendo realmente. El sistema educativo se va a la mierda, pero está muy bien darle una millonada a la Iglesia en lugar de invertirlo en... no sé, ¿crear puestos de trabajo estables? La CAM ha retirado varias plazas de profesores en colegios públicos este año por la crisis, pero de eso parece ser que sólo nos damos cuenta los fascistas. Debemos ser los únicos que nos paramos a pensar en la de cosas interesantes que se podían haber hecho en este país con todo ese dinero. Pero siempre están los intelectuales de sofá, café, copa y puro para recordarnos que estamos equivocados. Que ellos son la vanguardia de la cultura y deciden qué está bien y qué está mal. Qué es tolerancia y qué es radicalismo. Qué es bien y qué es mal. Lo deciden ellos, aunque esté radicalmente en contra de aquéllo que en su día defendieron. Porque supongo que es la ley natural de algunos humanos... Estar siempre en contra incluso cuando hay que estar a favor. Esa es la vanguardia. La firme doctrina de Sánchez Dragó y tantos otros.
Ahí están ellos, que podrían haber sido anarcopunks que nazipunks. Les habría dado igual. Solo importaba la vanguardia del pensamiento sociopolítico. Y ahí están ahora. Poniéndole ojitos golosones a la derecha neoliberal más reaccionaria por si algún día toca un trozo de pastel.
Algunos optan por tener amigos hasta en el infierno y otros hemos optado por asumir que iremos al infierno pero con la cabeza alta.
Quién os ha visto y quién os ve... Que os vaya bonito. No os veré el domingo en misa, no me esperéis.

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